Hoy es uno de esos días en los que la vida misma me parece cansada... ¿Síntomas suicidas? No va para tanto. Pero hoy es martes, los lunes empiezan las semanas y ya he dicho que esta ha sido la peor de mis semanas... así de mal me ha ido.
Y yo trato de ponerle buena cara, reirme, sonreirme y respirar. Bueno, eso, la mayoría de las veces porque ¿de qué vale amargarse una por las intolerancias o ridiculeces de los demás? De sacar, no saco nada.Pero hoy, precisamente hoy, es uno de esos días en los que siento en mi pecho, en mi garganta, en el fondo mismo de mi mismidad (que solo Dios sabe donde lo metió) un deseo inmenso de gritar, gritar al aire o gritarle a la primera persona que se me pase por el frente.
"Los conflictos generan desarrollo" dijo mi profesora de Psicología del Desarollo I, hoy, en la tarde, cuando nos encontramos por casualidad. Pero el sentimiento de impotencia persiste. No es el deseo de acabar con la vida de una, ni la sensación de la toda la vida no tenga sentido... solo que no sé cómo explicarlo.
Es como estar muy, muy cansada y solo querer cerrar los ojos, volverse dibujo animado y respirar botando humito por la boca. Tratar de sacar la frustración, la rabia, el deseo de disolverme.
Lo peor es que en realidad me levanto de muy buen ánimo, pero no es el mismo cuando vuelvo. ¿Qué me está amargando? ¿Qué cosa, de todas las cosas, hacen que presienta una crisis neurótica en potencia? Todas las mañanas, camino al trabajo, pienso que al regresar a casa podré hacer algo para botar este estrés... seguir practicando mi coreografía de "Mirotic" (quien no vaya entendiendo qué es Mirotic, es cosa de kpop), que ya me salen los 17 segundos iniciales. Tres minutos parecen un chiste.
Pero siempre termino frente a mi computadora postergando la cita. Una cita que provocará endorfinas y me hará feliz un par de horas.
Y mañana, que ya será en unas horas, todo vuelve a empezar.
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