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De abrazos y brazos

A lo que venía camino de la u, con un tráfico tremendo, poderoso y asfixiante, no pude dejar de distraerme con el camino. Por lo general, me gusta mirar por la ventana o cualquier otro medio posible para ver la calle. De lo contrario, siento que me ahogo y me aburro horrores. Y mirando a la gente pasar (como la canción ochentera) me topé con dos parejas, una distante a la otra, pero que repetían una acción simple y que no tendría mayor misterio: se abrazaban. Sin embargo, verlas me provocó esta serie de pensamientos (que venía rogando que no se me olvidaran porque realmente quería escribirlos) sobre dar un abrazo, recibir un abrazo, ver personas abrazándose.

Y es que el abrazo tiene infinidad de manifestaciones. Porque no es lo mismo abrazar a un/a herman@ que a un/a amig@, ni abrazarse entre tres o cuatro que abrazar a una persona, única y particular. Si lo vemos friamente, el abrazo representa solo un instante donde una persona coge a otra con los brazos y ya. Pero esta acción tan humana, creo que nunca podría verse tan fríamente.

El abrazo es una acción humana tremendamente íntima. Dar un abrazo simboliza el contacto, la vulnerabilidad de nuestros sentimientos, la necesidad de sentir al otro ser humano, de sentirse a si mismo en el otro ser humano. Significa permitir al otro a la otra sentir nuestra corporalidad, permitir que nos aprete, que nos conozca, que nos identifique. Dar un abrazo, en muchas ocasiones, se vuelve una necesidad para el ser humano. Cuando amamos, cuando nos sentimos tristes, cuando nos sentimos felices, cuando necesitamos sentirnos protegid@s, apoyad@s, aceptad@s, extendemos nuestros brazos y envolvemos en ellos a ese ser que creemos puede darnos en ese momento la sensación de lo que sea que andamos buscando.

Es tan importante el abrazo que incluso existen ya terapias de intervención psicológica que lo contemplan como herramienta para el proceso. Es tan importante el abrazo que puede darse entre hombres y mujeres, indistintamente del sexo, de la orientación sexo-erótica y hasta de la edad. Abrazamos a l@s niñ@s pequeños, abrazamos a nuestr@(s) compañer@(s) de curso, de materia, de trabajo. Regalamos abrazos hasta sin que nos pidan. Es como que a veces, porque nos falten las palabras o sentimos que no hay una que pueda describir lo que nos pasa por dentro, recurrimos al abrazo como recurso cuasi-desesperado para tratar de que nos entienda esa persona, esas personas.

Sin embargo, en el abrazo, convergen tantas cosas. En un momento, por ejemplo en un pareja, puede darse una situación compleja. Pongámosle el caso que queramos imaginar. Yo por ejemplo, en la primera pareja que vi, noté cierto rechazo por parte de la chica y una cierta necesidad afectiva del chico. Digo que la chica rechazaba o no se entregaba a este momento porque mantenía los brazos sobre el pecho del chico con los puños cerrados. Mientras el chico, que no sé bien qué relación llevaban, le propinaba uno de esos abrazos que quieren decir mucho con muy poco, no se dejó amilanar ante la respuesta de la chica (ya dije que había mucho tráfico no?) y después de algunos segundos la soltó para que ella pudiera entrar a donde iba. Se quedaron, de todas formas, unos momentos hablándose con la puerta entre ellos (estas puertas que están al inicio de las oficinas y que son de rejas gruesas) y al parecer cuadraban algo.

Como el bus ya iba avanzando (como las tortugas lento pero seguro xD) me quedé pensando sobre la situación del muchacho. Mi mente voló lejos y hasta me permití sentir algo de pena por él. Digo, no creo que vaya a conocerlo en estos días como para avergonzarme sentir pena por alguien a quien debería estimar. Pero bueno, el hecho es que me dio pena y seguí pensando y preguntándome si el chico habrá sentido el rechazo que yo vi. Tal vez no lo sintió porque ese rechazo exista únicamente en mi cabeza. Quien sabe, puede que el muchacho la tomó desprevenida, puede que incluso no le permitiera acomodarse para recibir el abrazo con todas sus formas. Y así seguía pensando tratando de borrar el sabor tristón que me dejó la escena y justificando a la chica del abrazo anterior, cuando unos cuantos metros más adelante, una nueva pareja abrazándose.
Y este era una abrazo completamente diferente.

Tal vez estos dos nuevos actores del abrazo tenía más tiempo para poder expresarse el cariño en un abrazo semejante. Yo era testigo silencioso y metida en ese momento íntimo de la pareja. Pero no por eso dejé de observar que a diferencia del abrazo anterior en este la chica se entregaba al momento, a la acción. Sin ir más allá ni querer llevarlo a un plano netamente sexual, sino la sensación que te produce cuando dos personas se están abrazando de verdad. La chica, como cliché de novela latina, bamboleaba un poco con el chica mientras lo abrazaba. Ese movimiento particular que haces cuando acunas un bebé. Eso de ah~ah~ah y lo arrullas meneándolo un poco. Ella abrazaba a este chico y lo movía entre sus brazos. El chico que al inicio, ASUMO YO, suponía darse un abrazo menos "sentido" tardó un poco en responder a la emoción de la chica. No era, bajo ningún aspecto, esa escena donde la chica o el chico con cierta brusquedad mueven a la persona que tienen entre sus brazos hasta despeinarla. Nop. Era un abrazo acunador, si cabe la palabra.

De pronto el chico saco el brazo. Hasta ese momento, no me había dado cuenta que en realidad él la abrazaba con un solo brazo. Pero momentos después, el abrazo se convirtió en una bonita dinámica de dos personas que se quieren. Y fue tan radicalmente opuesto al abrazo anterior que me derrumbó las justificaciones mentales que había levantado para la chica que mencioné.

Y así llegué a la conclusión, como quien descubre el agua tibia, que los abrazos suelen ser diversos y así como no todas las lágrimas son por amor, ni los besos porque quieran vivir para siempre contigo, los abrazos también entran en un "juego" dinámico donde se ventilan las motivaciones, necesidades e intereses de las personas y donde convergen los estados anímicos, las emociones y los sentimientos de los que participan. No todos te abrazan porque te quieran, ni porque simbolices lo mismo que esa persona significa para ti. No todos los que te abrazan los reciben con disposición, con cariño y con gratitud. Pero existen y eso no podemos negarlo, momentos en los que ya sea dándolos o aceptándolos, estamos implícitamente admitiendo que necesitamos un "algo" para recobrar energías o para que nos sirva de excusa para empezar de nuevo.

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1 mentarios:

Patricia Rocher dijo...

Sin duda un blog muy bello, entre por casualidad y sin mas parece que en tu descripcion me describias a mi, lol felicidades en verdad muy bello blog..!!

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